Buenas emancipadillos...
Perdonad si en mi escrito no sentíis la alegría que debería albergar el alma de un emancipado, pero estoy triste.
Cuando nuestra querida Manchitas nos abandonó, tuvimos la idea de comprar alguna mascota, ya sabéis el dicho: Un clavo saca otro clavo. Y así fué. Fruto de esa idea llegaron al piso franco en el que habitamos dos pequeños amiguitos: el hámster Tico (en honor a años de infancia delante del televisor visualizando las aventuras de Willy Fog) y el hámster Pelle (en honor a los colegas de la peña). Pues bien, Pelle nos abandonó el fin de semana pasado, dejando un huequecito que sólo puede llenar el alcohol para olvidar las penurias. Pero nunca llega a ser suficiente. ¿Cómo olvidar esas noches en las que me despertabas con tu afán de mantener la línea corriendo en tu rueda? ¿Cómo olvidar tus intentos de salir de tu jaulita mordiendo los barrotes y armando una escandalera? ¿Cómo olvidar esa escapada en Navidades y apareciste unos días después asustando a Dave en su habitación? ¿Y cómo olvidar tu afán por roerlo todo (una toalla, las cortinas del salón, mi chándal de cientoypicos de euros)? Si es que eras un cabroncete, como nosotros...eras uno más.
Al final, cuando habíamos arreglado nuestras diferencias, cuando pasamos de nuevo buenos ratos (los paseos en la Pelle-ball, la noche de tu caída libre desde mi hombro porque fumaste cachimba...), vas y te marchas...cruel destino!!!
En fin, amigo, esta entrada va por ti.
Te echaré de menos, Pelle. Descansa, coleguita.
Los emancipados no te olvidarán.

(Adjuntaremos foto o video del funeral)